jueves, 2 de noviembre de 2023

Conmemoración de los Fieles Difuntos

El día 2 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Conmemoración de los Fieles Difuntos.

En este día, muchas personas visitan los lugares santos donde se encuentran los restos de sus seres queridos, que partieron ya de este mundo.

La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. Ya en el Antiguo Testamento nos dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46).

Desde los primeros siglos, la Iglesia ha tenido la costumbre de orar por los difuntos, y es a partir del 2 de noviembre del año 998 cuando se determino este día especial para ellos. Instituido por San Odilón de Cluny, monje benedictino. Fue adoptada por Roma en el s. XVI y desde ahí se difundió al mundo entero.

Este día se dedica especialmente a la oración por su eterno descanso, un recuerdo que hace en favor de los que han muerto en este mundo, pero aún se encuentran en estado de purificación en el Purgatorio.

La Iglesia, por tanto nos enseña que la amistad permanece después de la muerte, y este mes de noviembre, iluminado de manera especial por este misterio de «la comunión de los santos«, nos unimos intercediendo unos por otros.

Quienes estamos aún en la tierra (Iglesia peregrina) intercediendo ante Dios con nuestras oraciones, misa, obras de caridad… junto con los que están en el purgatorio (aquellos ya seguros del cielo que se purifican antes de presentarse ante Dios de los vestigios del pecado) y los propios santos que interceden por nosotros delante de la Santísima Trinidad.

Por tanto, la conmemoración de los fieles difuntos es una oportunidad para renovar nuestra fe en la resurrección de los muertos, sabiendo que la muerte, pues, no es el fin de todo, sino el comienzo de una nueva vida.

Sabemos que los que nos han precedido están un paso más allá mientras que nosotros aún estamos peregrinando.

Por tanto, esta conmemoración, además de recordarnos de los que ya no están presentes, nos indican que la muerte es un puente, un paso que nos conducirá al otro lado, al que todos estamos destinados.

“El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios”. Papa Francisco



¿Por qué rezamos por los fieles difuntos?

Sabemos que "los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo". (CIC 1030).

La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final. Por ello, desde los primeros tiempos, se ha honrado la memoria de los difuntos ofreciendo sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que puedan participar de la presencia de Dios una vez purificados.

A su vez, recomienda limosnas, indulgencias y obras de penitencia en favor de ellos. «Pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados». (CIC,958). 

Por tanto, no dudemos en socorrer a los que ya han partido y ofrecer nuestras plegarias por ellos, porque pueden acortar el tiempo de purificación.

Nuestra oración por ellos a su vez, no solo le ayudamos sino que también ellos nos ayudan intercediendo a nuestro favor, para que tengamos la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

¿Y qué es lo que hay que purificar?

Por un lado son nuestros pecados veniales, lo que retrasan esta unión con Dios; nuestras faltas de amor y delicadeza con el Señor.

Cuando nos confesamos, nuestros pecados quedan perdonados pero ésta no repara el daño que hemos ocasionado.

Para ello, debemos repararlo mientras estemos aún vivos mediante los medios que nos ofrece la Santa Madre Iglesia como los sacramentos, oraciones, indulgencias… o bien en el purgatorio.

Podríamos decir que se trata de una ultima conversión de la persona.

Si, mencionar que las almas del Purgatorio ya son bienaventuradas, en cuanto ya están salvadas y antes o después entrarán al cielo, al encuentro definitivo con Dios.