"Las mujeres tienen el don de aportar una sabiduría que sabe curar las heridas, perdonar, reinventar y renovar".
“Las mujeres son protagonistas de una Iglesia en salida, a través de la escucha y el cuidado de las necesidades de los demás, y con una marcada capacidad de sostener dinámicas de justicia en un clima de ‘calor doméstico’, en los diferentes ambientes sociales en los que se encuentran trabajando”, expresó el Santo Padre en su mensaje a los miembros de la Consulta a las mujeres del Consejo Pontificio de la Cultura, con ocasión del Seminario "Las mujeres leen al papa Francisco: lectura, reflexión y música", compuesto por una serie de encuentros que comenzó este 7 de octubre sobre el tema "Evangelii Gaudium".
En su Mensaje – firmado el 1 de octubre de 2020, memoria de Santa Teresa del Niño Jesús, en San Juan de Letrán y difundido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede– el pontífice resalta que, este seminario pone de relieve la hermosa novedad que la Consulta a las mujeres representa dentro de la Curia Romana.
“Por primera vez – afirma el Papa – un dicasterio involucra a un grupo de mujeres convirtiéndolas en protagonistas de los proyectos y líneas culturales que se están desarrollando, y no sólo para tratar cuestiones femeninas.
Su Consulta – agrega – está compuesta por mujeres comprometidas en diferentes sectores de la vida social y portadoras de visiones culturales y religiosas del mundo que, aunque diferentes, convergen en el objetivo de trabajar juntas con respeto mutuo”.
Asimismo, el papa Francisco evidencia que, para su itinerario de lecturas los organizadores de los seminarios han elegido tres de sus escritos: la exhortación Evangelii gaudium y, posteriormente, la encíclica Laudato si’ y el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común.
“Escritos dedicados, respectivamente – señala el Papa – a los temas de la evangelización, la creación y la fraternidad. Son opciones significativas en las cuales se refleja el espíritu de la Consulta, una rica diversidad que sabe trabajar buscando en el diálogo puntos de acuerdo y armonía”.
El Santo Padre también destaca que, el Seminario este colocado bajo el signo de una gran mujer, proclamada Doctora de la Iglesia en 2012: Santa Hildegarda de Bingen.
“Ella también, como San Francisco de Asís – subraya el pontífice – compuso un himno armonioso en el que canta y alaba al Señor de y en la creación. Hildegarda unifica el conocimiento científico y la espiritualidad; y durante mil años – como una verdadera maestra – lee, comenta, crea y enseña a mujeres y hombres”.
Ella rompió los esquemas de su tiempo, que impedían a las mujeres estudiar y entrar en la biblioteca y, como abadesa, también lo pidió para sus hermanas.
Aprendió a cantar y a componer música, que para ella era una onda capaz de llevarla hasta Dios. La música para ella no era sólo arte o ciencia, sino también liturgia.
Crear un diálogo entre intelecto y espiritualidad
En su mensaje, el Santo Padre pone además en evidencia que, con este encuentro, los organizadores “quieren crear un diálogo entre el intelecto y espiritualidad, entre unidad y diversidad, entre música y liturgia, con un objetivo fundamental, que es la amistad y la confianza universal. Y lo hacen con una voz femenina que quiere ayudar a sanar, un mundo enfermo”.
Su itinerario de lectura podrá ofrecer una visión peculiar sobre el tema de la confrontación social y cultural como contribución a la paz, porque las mujeres tienen el don de aportar una sabiduría que sabe curar las heridas, perdonar, reinventar y renovar.
Antes de concluir su mensaje, el papa Francisco recuerda que, en la historia de la salvación es una mujer la que acoge el Verbo; y también son las mujeres las que cuidan en la noche oscura la llama de la fe, las que esperan y proclaman la Resurrección.
“La realización alegre y profunda de la mujer se centra en estos dos actos: la acogida y el anuncio. Las mujeres son protagonistas de una Iglesia en salida, a través de la escucha y el cuidado de las necesidades de los demás, y con una marcada capacidad de sostener dinámicas de justicia en un clima de ‘calor doméstico’, en los diferentes ambientes sociales en los que se encuentran trabajando”.
Escucha, meditación, acción amorosa, precisa el Pontífice, son los elementos constitutivos de una alegría que se renueva y se comunica a los demás, a través de la mirada femenina, en el cuidado de la creación, en la gestación de un mundo más justo, en la creación de un diálogo que respete y valorice las diferencias.+
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