En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
PALABRA DEL SEÑOR.
En este adviento que hemos comenzado, Jesús nos invita a dar gracias al Padre que muestra su rostro y su corazón a quienes saben ser y hacerse pequeños. Es clave en nuestra espiritualidad encarnar el Padrenuestro que sintetiza todo lo que Dios espera de nosotr@s. Ser felices abandonándonos humildemente en sus manos. El adviento nos invita a soltar toda sofisticación que nos hace vivir superficialmente y poner toda la fuerza en la ESPERANZA, esperando y ayudando con nuestros gestos, el regreso de Jesús. En el silencio y la quietud, invocamos el Nombre de Jesús.
Abrazo y bendición!
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