"Es la oportunidad de hacernos solidarios y de acompañar un proceso de verdadera humanización, de promoción", destacó el arzobispo de Mendoza en la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres.
El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, presidió la misa dominical en la parroquia Nuestra Señor de la Consolata, en la localidad mendocina de Guaymallén, donde hizo hincapié en la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres.
“Es una celebración porque nos toca, cuando reflexionamos sobre la pobreza, meditar, orar, sobre uno de los temas centrales de la fe cristiana. No se trata de un tema periférico, no es una cuestión optativa, sino que la sensibilidad de la Iglesia hacia los más pobres forma parte del corazón mismo del Evangelio”, explicó.
“Podemos decir que hay, en esta pedagogía de la atención al pobre que Dios nos propone, una serie de elementos que permiten a las personas desarrollarnos y ser, de verdad, más fieles a la invitación al llamado de Dios”, agregó.
El arzobispo mendocino afirmó que se puede ayudar desde “una lástima transitoria, desde una sensibilidad y nada más. En cambio, acompañar la vida de los pobres, supone para la Iglesia una tarea permanente, al modo del buen samaritano”.
“El lema de esta jornada nos invita a ‘tender la mano al pobre’. Decimos pobre, pero pensamos en tantos rostros y en tantas necesidades. Rostros concretos que nos interpelan pobrezas de todo tipo, que tocan nuestro corazón”, añadió.
Tras destacar la figura del médico, el enfermero, el sacerdote, la voluntaria o de aquel otro servidor público que tendió una mano al que lo necesitaba en este tiempo de pandemia, sostuvo que “la mano tendida del pobre entonces es la oportunidad de hacernos solidarios y de acompañar un proceso de verdadera humanización, de promoción”.
Monseñor Colombo valoró puntualmente el trabajo de las “pastorales de trinchera” de la arquidiócesis, entre otras la Pastoral de la Calle, la Pastoral de la Salud, la Pastoral Carcelaria, la de migrantes, Cáritas, la Comisión de Adicciones o en el Proyecto Guadalupe, a las que consideró “respuestas a esos rostros de la pobreza en Mendoza”.
“La jornada Mundial de los Pobres es una apuesta fuerte de Dios a nuestra solidaridad. Necesitamos reflexionarlo para no hacerlo desde un sentimentalismo; necesitamos hacerlo, arriesgando para que ese talento que el Señor nos ha confiado dé muchos frutos. Ojalá entonces podamos decirle al Señor al término de nuestra vida, que hemos sabido darle una mano al que Él nos envió, al que Él nos invitó a reconocer como si fuera su mismo hijo Jesucristo”, concluyó.
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