Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea.
Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.
Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.
Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo.
Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!".
Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
PALABRA DEL SEÑOR.
La muchedumbre lo apretujaba, todo el pobrerío se tiraba encima de Jesús. La única y última esperanza para la multitud. Imaginemos la escena y revisemos nuestra pasión y confianza en el Maestro. Seguir a Jesús es una pasión que nos cambia y transforma la vida. Que cambia y transforma la humanidad. En el silencio y la quietud, invocamos el Nombre de Jesús.
Abrazo y bendición!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario