martes, 20 de diciembre de 2022

Evangelio del martes 20 de diciembre: Lucas 1,26-38.

 El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.

Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;

él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,

reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".

María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".

El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.

También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,

porque no hay nada imposible para Dios".

María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

PALABRA DEL SEÑOR.

Alégrate; No tengas miedo; Para Dios no hay nada imposible. Tres palabras que Dios le dice a María y nos la dice a tod@s. Es un estilo de vida, son consignas que nos llenan de vida para celebrarla y compartirla. Hoy celebro mis 37 años de ministerio sacerdotal. Lo agradezco a Dios y a la Virgen; a mis padres que me regalaron la fe; y a tod@s l@s hermanos y hermanas con que he compartido mi vida en tantos años. Tantas hermanas y hermanos, religiosas y religiosos, curas y diáconos, los obispos que me han guiado; las hermanas y hermanos de la Fraternidad Misionera...Pido al Señor que l@s bendiga a tod@s y cada un@ por tanto amor evangélico que me ha ayudado ha seguir el camino en los momentos críticos de mi vida. Me han alentado a vivir con alegría, a no tener miedo y saber que para Dios no hay nada imposible. En el silencio y la quietud, invocamos el Nombre de Jesús.


Abrazo y bendición!

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