Juan nació de una familia humilde en Villa Itatí, unos de los barrios populares más grandes del sur del conurbano. Ni bien cumplió los 18 años quedó detenido por salir a robar con dos pibes más. Estuvo preso 6 años y 8 meses.
En la recorrida por las unidades penitenciales encontró el deporte como herramienta para transformarse desde la cárcel. Aprendió a jugar al rugby, su pasión, y hoy nos cuenta su experiencia de lucha y superación.
En la cárcel Juan empezó a entrenar dos veces por semana rugby junto a la fundación “Deportistas por la paz”, un deporte que hasta ese momento jamás se lo hubiese pasado por la cabeza hacer y de los valores que conoció con ese deporte supo nutrirse para llevar su vida dentro lo mejor posible y en especial para aprender y formar un nuevo futuro afuera.
La educación, el trabajo y el deporte deben ser pilares indispensables dentro del sistema carcelario para garantizar mejores y más derechos a las personas que están privadas de su libertad y una vez reinsertadas en la sociedad.
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