10 de agosto: “Día del Diácono”
“Dios ama al que da con alegría” (2 Cor. 9, 7)
¡Feliz día, queridos diáconos!
Queremos llegar a cada uno de ustedes y a sus familias en esta jornada que la Iglesia celebra la Fiesta de San Lorenzo, Diácono y Mártir. Es una celebración muy particular la de este año. La pandemia condiciona toda nuestra vida. Lo que programábamos a inicios del año, no es posible realizarlo. Nos uniremos a la tarde de este día en la celebración de la Eucaristía que se transmitirá desde la Capilla del Obispado.
Es ocasión, en primer lugar, para dar gracias a Dios que nos ha llamado a su servicio en este Iglesia particular de Quilmes. Sabemos que desde los inicios de su creación, el Padre Obispo Jorge decididamente concretó la creación de la Escuela de Ministerios para formar diáconos en su jurisdicción. Muy pronto, provenientes de las diversas parroquias, la Diócesis se enriqueció con la vida y el ministerio de muchos hombres consagrados a Dios y a su pueblo. Estamos agradecidos a ese Pastor que sabiamente pensó el futuro de la naciente diócesis como una Iglesia con diversos carismas y servicios, como la soñó el Concilio Vaticano II.
Es momento para dar gracias a Dios por los hermanos que fueron pioneros en la misión diaconal, y dar gracias al pueblo de Dios que fue recibiéndolos como testigos del Reino y como servidores de las comunidades. Cada uno de ustedes tiene en su corazón alguno de esos grandes hombres como referentes e inspiradores en la entrega.
“Dios ama al que da con alegría” (2 Cor. 9, 7) dice la Palabra en la Liturgia de hoy. La invitación a dar y a darnos en cada momento de la vida, nos abre a la inmensidad del amor de Dios que no se deja vencer en generosidad. Lo experimentamos tantas veces, y lo hemos constatado en personas que hemos encontrado en el andar de nuestro apostolado, no sólo diáconos y sacerdotes, sino hermanas y hermanos de nuestras comunidades. Hoy lo vemos en tiempos de pandemia. Esa diaconía que se hace presente en las ollas populares, en los centros de atención de niños y jóvenes, en los lugares de dolor y sufrimiento: los hospitales, clínicas, los centros barriales; también en lugares con realidades muy duras como las cárceles y centros de contención y prevención. El Señor Resucitado sigue derramando su Espíritu y creando en su Iglesia esos servicios y fortaleciendo esas capacidades que, en lugar de esconderlos, los ofrecemos para el bien común. Queridos diáconos, han sido consagrados para hacer presente en las comunidades a Cristo Servidor, como San Lorenzo, San Esteban, San Efrén, y los santos sin canonizar, “los de la puerta de al lado” que ustedes han conocido y tratado en esta Diócesis. Ellos desde el Cielo nos acompañan para que no nos desanimemos en ese gozo de darnos y compartir.
Queremos hoy pedir a Dios por nuestros diáconos más frágiles y los que transitan la ancianidad, los que viven situaciones de enfermedad en sus familias, los que han perdido seres queridos. Nos sentimos cerca de las esposas de los diáconos fallecidos. Que Dios sea consuelo y fortaleza para esas personas.
Recordamos y pedimos por los diáconos fallecidos y sus familias; recientemente el Diácono Félix Leyría y su hijo Hugo. Tenemos presentes a todos sus familiares. Es uno de los ministerios el de asistir a las exequias y acompañar a las familias visitadas por la muerte. Nuestra esperanza que brota del Resucitado, ilumine el oscuro camino de los duelos que vive nuestra gente.
Felicitamos al Instituto Diaconal “San Lorenzo Mártir”, y agradecemos sus servicios a la Diócesis. En este tiempo de nuevos desafíos, ha podido llevar adelante su programación, gracias a la dedicación y el cariño puesto por sus responsables y por la participación de los candidatos a los ministerios. ¡Muchas Felicidades!
Por último, los invitamos a rogar “al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lc. 10, 2). Animemos a nuestras comunidades no sólo a rezar, sino a acompañar a aquellas personas que se ofrecen a trabajar por el Reino, y que manifiestan deseos de una mayor entrega en el servicio.
Que pasen una bella jornada, y los deseos de que en cada uno se hagan realidad las palabras de Jesús: “El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre” (Jn. 12, 26)
Fraternalmente los bendicen,
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
+ Marcelo (Maxi) Margni
Obispo Auxiliar de Quilmes
Quilmes, 10 de agosto de 2020
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