Queridas hermanas, queridos hermanos de la Colectividad Boliviana:
El P. Antonio Zurita me ha pedido que me haga presente entre ustedes por este medio, ya que por la pandemia que sufrimos no puedo estar presente en los distintos actos que cada año se organizan.
Particularmente me uno a las diferentes Novenas que se rezan en honor a la Virgen María. Hoy, 6 de agosto, en toda la Iglesia comenzamos la novena de la Asunción de la Virgen. La Madre de Jesús, nos acompaña en este camino tan inesperado e inédito que transita la humanidad.
Hoy es la Fiesta de la Transfiguración del Señor. El Evangelio de este día nos narra ese hecho misterioso en que Jesús, en el monte Tabor revela su divinidad, mostrándose resplandeciente como el sol, y los discípulos escuchan la voz del Padre del Cielo que dice: “Este es mi hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias, escúchenlo”. Pedro dijo: “Señor, qué bien estamos aquí”. Querían quedarse allí, para siempre. Era como estar en el cielo. Todo paz y armonía, todo gozo de amor eterno… Sin embargo, Jesús los invita a bajar de la montaña y a seguirlo en su camino, camino hacia la cruz.
En estos momentos todos añoramos los encuentros familiares, las fiestas de la colectividad, las celebraciones religiosas. Queremos movernos libremente, compartir una comida, tomar unos mates. Hoy no es posible. Seamos cuidadosos de la vida de nuestros hermanos y hermanas que viven cerca. Quedarnos en casa y salir para lo necesario es un verdadero sacrificio, pero es para bien de todos. Dios, por la fuerza del Espíritu, nos alienta para sobrellevar este momento. En Él encontramos esa fortaleza.
Quiero saludar especialmente a las familias que han sufrido la partida de un ser querido. Me ha comentado el P. Antonio del fallecimiento de Zacarías. Lo recuerdo en esos encuentros vividos con tanta alegría y que él organizaba con tanto entusiasmo. Además de mi oración por él, mi saludo afectuoso a su familia. También rezo por los seres queridos de todas las familias bolivianas, de las que están en Argentina, como las que viven en Bolivia.
Los invito a rezar por todos los infectados de este virus. Ustedes seguramente conocerán algunos de ellos. Rogamos a la santísima Virgen que los consuele y acompañe con su ternura de Madre a sus familiares, y a las personas que los atienden y sirven en sus casas, en los hospitales y clínicas. María, salud de los enfermos, nos enseña a poner los ojos en Jesús y a hacer lo que Él nos diga.
“Por eso debemos tener bien fija nuestra mirada en Jesús (cfr Hb 12, 2) y con esta fe abrazar la esperanza del Reino de Dios que Jesús mismo nos da (cfr Mc 1,5; Mt 4,17; CCC, 2816). Un Reino de sanación y de salvación que está ya presente en medio de nosotros (cfr Lc 10,11). Un Reino de justicia y de paz que se manifiesta con obras de caridad, que a su vez aumentan la esperanza y refuerzan la fe (cfr 1 Cor 13,13). En la tradición cristiana, fe, esperanza y caridad son mucho más que sentimientos o actitudes. Son virtudes infundidas en nosotros por la gracia del Espíritu Santo (cfr CCC, 1812-1813): dones que nos sanan y que nos hacen sanadores, dones que nos abren a nuevos horizontes, también mientras navegamos en las difíciles aguas de nuestro tiempo”. (Papa Francisco, 5 de agosto de 2020)
En las novenas que rezamos desde nuestras casas, recemos por todo el pueblo argentino y por el pueblo de Bolivia. Que en ellos reine la justicia y la paz. Que la solidaridad entre todos nos ayude a encontrar caminos para que cada ser humano sea respetado en su dignidad; para que quienes gobiernan tengan la sabiduría para elegir los caminos que ayuden a salir de la profunda crisis social, económica, política y sanitaria; con medidas que incluyan a todas y todos, privilegiando a los más frágiles y olvidados; trabajando con ahínco para que todos los ciudadanos, sin distinción, tengan el pan, el trabajo, la salud, la educación, y el acceso a la tierra y a una vivienda digna.
Recemos para que nuestras familias crezcan en la compresión, el cariño y el respeto. Que nuestros rezos, nuestras devociones tan ricas en la tradición del pueblo boliviano, nos ayuden a renovar la alegría y la esperanza que brotan de ese Espíritu Santo que Dios ha sembrado en nuestras almas el día de nuestro Bautismo.
Agradezco la misión pastoral del P. Antonio Zurita. Gracias a Dios pudo volver sano de su misión en Ecuador. Que su tarea se vea acompañada por el servicio de ustedes. Que todos puedan sentirse parte de una gran familia cristiana que hace presente a la Iglesia de Jesús en esta zona sur del gran Buenos Aires.
A todas las comunidades bolivianas les doy mi bendición, y les ruego que recen por la tarea pastoral que Dios nos ha encomendado al Padre Obispo “Maxi” Margni y a mí.
Mi abrazo fraterno
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
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