jueves, 13 de junio de 2024

Evangelio del jueves 13 de junio: Mateo 5,20-26. (SAN ANTONIO DE PADUA)


Jesús dijo a sus discípulos:

Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.

Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.

Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,

deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.

Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

PALABRA DEL SEÑOR.

San Antonio de Padua, sacerdote franciscano y Doctor de la Iglesia

Predicador y confesor incansable, San Antonio conjuga la vida apostólica con períodos de retiro en soledad, sin olvidar su amor al prójimo y a Dios. Su memoria se celebra el 13 de junio

Con información proporcionada por los frailes menores conventuales de la Basílica de San Antonio de Padua. San Antonio nació en Lisboa, Portugal, en 1195. Una tradición tardía indica la fecha del 15 de agosto. Alrededor de los 15 años entra en el convento agustino de San Vicente, fuera de las murallas de la ciudad, para adherir al proyecto de consagración a Dios que había ido madurando. En 1220, por primera vez, entra en contacto con los frailes menores, religiosos fundados por Francisco de Asís en la lejana Italia. En septiembre de 1222 se celebran en Forlí las ordenaciones sacerdotales.

Antonio, por sus talentos, que demuestra saber poner al servicio del Reino de Dios, recibe también el encargo de Ministro Provincial (o sea, guía de las fraternidades franciscanas) del norte de Italia, con mucha probabilidad en el trienio de 1227-1230. El cargo comporta la visita a los numerosos conventos de la Italia septentrional. Antonio demostrará enseguida preferir la ciudad de Padua y la pequeña comunidad franciscana junto a la simple iglesita de Santa María Mater Domini.

El empeño que puso Antonio en la predicación y en el sacramento de la reconciliación durante la Cuaresma de 1231 puede considerarse su gran testamento espiritual.

Los trabajos de la Cuaresma desgastaron un físico ya exhausto. Después de la Pascua acepta retirarse con otros frailes a Camposampiero (pueblecito a pocos kilómetros de Padua) huésped del conde Tiso. Pide, sin embargo, que le sea acondicionado un simple refugio sobre un gran nogal, donde transcurre las jornadas en contemplación con Dios y en diálogo con las gentes humildes de la aldea. Es durante esta permanencia que se le aparece el Niño Jesús y dialoga con él, como testificará el conde Tiso.

Un viernes – era el 13 de junio de 1231– se siente aquejado por un fuerte malestar. Puesto en una carreta es llevado a Padua, donde él mismo pede poder morir. Llegado a la Arcella, un barrio a las puertas de la ciudad, murmurando las palabras "Veo a mi Señor", expira a la edad de unos 36 años.

Algunos días después, con solemnes funerales, Antonio es sepultado en Padua, en la iglesita de Santa María Mater Domini, su refugio espiritual en los períodos de intensa actividad apostólica.

Al cabo de un año de su muerte, la devoción de los paduanos y la fama de tantos prodigios realizados convencen al Papa Gregorio IX que ratifique rápidamente su canonización, o sea, que lo proclame, tal como sucedió el 30 de mayo de 1232, a sólo once meses de su fallecimiento.

En 1946 la Iglesia proclama a San Antonio de Padua "Doctor de la Iglesia Universal", con el título de Doctor Evangelicus.

Sus Sermones son su gran obra literaria y teológica. Se los puede definir un tratado de doctrina sagrada en forma de colección de sermones, con el cual el Santo se propuso exponer toda la Escritura en su articulación de lecturas propuestas para la liturgia dominical y festiva de su tiempo.

San Antonio escribió los Sermones con la finalidad específica de proporcionar a sus hermanos un instrumento de formación para la vida cristiana. Los argumentos tratados son en general los de la fe y de las buenas costumbres. El Santo ofrece a los predicadores instrumentos para la predicación acerca de cómo enseñar a los fieles la doctrina del Evangelio y cómo valorizar los sacramentos, sobre todo la penitencia y la Eucaristía.

La lengua de los Sermones es el latín medieval, es decir la baja latinidad, sin embargo no es un latín rústico; más bien presenta cierta elegancia. El Sermón de Antonio es muy erudito, abunda en citas de las Escrituras (son más de seis mil), a menudo recurre a la Doctrina de los Padres y de los teólogos, de los filósofos y de los poetas paganos; además de, a menudo, expertos en ciencias naturales, en especial Aristóteles y Solino.

Abrazo y bendición!

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