lunes, 8 de julio de 2024

Domingo 7 Junio; Evangelio según San Marcos 6,1-6a.


Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.

Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?

¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.

Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".

Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.

Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

PALABRA DE DIOS 


San Gregorio Magno (c. 540-604)

papa y doctor de la Iglesia

Morales sobre Job, XI (SC 212. Morales sur Job, Cerf, 1974), trad. sc©evangelizo.org


“Si él retiene las aguas, hay sequía; si las suelta, inundan la tierra” (Jb 12,15)


“Si él retiene las aguas, hay sequía; si las suelta, inundan la tierra” (Jb 12,15). Entendemos por “aguas” la ciencia de la predicación, tal como está escrito: “Agua profunda, tal es la palabra que sale de la boca del hombre sabio, un torrente desbordante, tal es la fuente de la sabiduría”. Si el agua es retenida, todo se deseca. Saquen la ciencia de los predicadores y los corazones que podían verdecer en la esperanza de la eternidad, se secan enseguida. Ellos permanecen en la sequedad de la desesperación, deseando lo efímero e ignorando la esperanza de lo que subsistirá.

Podemos designar “agua” la gracia del Espíritu Santo, tal como dice en el Evangelio la palabra de la Verdad, “Jesús exclamó:... "De su seno brotarán manantiales de agua viva". Él se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él” (Jn 7,38-39). Esta interpretación se acorda claramente con las palabras de Job “Si él retiene las aguas, hay sequía”. La gracia del Espíritu Santo encanta al espíritu del que escucha la Palabra, pero enseguida se deseca su inteligencia que se veía ya floreciente de esperanza cuando escuchaba. Por eso no decimos “agua” sino “aguas” en plural, retornando a la gracia de los siete dones espirituales, los dones espirituales plenos en nosotros, aguas que se difunden en nuestros corazones.


Abrazo y bendición

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