“Yo le debo mi vocación a Angelelli”
¡Llegó a ser un riojano perfecto!
Padre José Ángel Rovai, obispo emérito de Villa María
Hablar con el Padre Rovai contagia entusiasmo por la Iglesia, por la Misión, aclara ideas, enseña lo esencial. Y más que hablar hay que dejarlo hablar.
Aquí no sólo nos muestra a un Angelelli cercano, pastor sino también una mirada más amplia de él desde el contexto en el que vivió, la iglesia, el Vaticano II.
Podemos leer todo o algunas partes. El Padre Rovai, un gran teólogo, buen profesor, cura sabio es un testigo de primera mano de Angelelli y nos regala lo que ha visto y oído. Aquí su testimonio, un poco desordenado, como nos lo contó.
Yo soy “un hijo espiritual de Enrique Angelelli”, lo conocí a los 15 años en la parroquia San José de la ciudad de Córdoba donde el mártir fue vicario cooperador, al tiempo que también era capellán del Hospital Clínicas. Ahí lo vi como se desempeñaba, su modo de vivir, su pensamiento; eso me impactó y fui pensando ¿por qué no yo puedo ir por este camino? Comencé a plantearme al ver el trabajo que hacía Angelelli y también otros sacerdotes que eran amigos de él y tenían el mismo estilo. Por eso fue muy importante para mí.
Con él tenía un trato amigable, él era muy abierto, muy cercano. Cuando hablabas con Angelelli parecía que él te había conocido de toda la vida, esa sensación que te dan algunas personas como de conocerlas desde siempre, es ese impacto que te da una persona por su amabilidad, su apertura. Tenía una capacidad social increíble, de relación humana increíble. En La Rioja a los meses de estar y volvió a Córdoba y fui a visitarlo ¡era un riojano perfecto! Cuando visitó al Papa Pablo VI quien lo confirmó como obispo de La Rioja, llevó patay, un poncho, aceitunas y una cantidad de cosas de la cultura riojana para que el papa la conociera. Dicen que el secretario que estaba presente se reía porque veía este obispo que había llevado una cantidad de diversos obsequios de la cultura riojana.
El contexto en el que vivió era de la Iglesia del Concilio que estaba muy fuerte, muy latente. Él había asistido a las sesiones conciliares por eso tenía en el alma la realidad del Concilio, vivía eso con mucha intensidad, con precisión. Eso era Angelelli, enamorado del Concilio. Después lo tuve de rector en el Seminario el año en que me ordené de sacerdote, nos hablaba muchísimo del Concilio, nos ayudaba a masticar el Concilio y a mirar la Iglesia del Concilio.
Y después destaco que él hizo la opción por los pobres cuando estaba en Roma estudiando en el seminario en Roma, él fue ordenado en Roma y de ahí vino y había estudiado y en los 60 hizo la opción por los pobres; no la hizo en los 70. En esos años (los comienzos de los 70) todo aquel que tenía inquietudes sociales era llamado marxista, fueron años difíciles en donde se mató mucha gente, no solamente del estado que tenía las AAA (Alianza Anticomunista Argentina) que mataba a quien catalogaban de izquierda, sino que también los guerrilleros se defendieron con armas y mataron gente. No era épocas fáciles en ese sentido. Angelelli vivía la verdad, la justicia permanentemente y eso lo decía, tenía mucha valentía. Decía yo no voy a predicar nunca la resignación a la gente, y que la pobreza no era fruto de la fatalidad sino el fruto del egoísmo de algunos que acaparaban en detrimento de muchos que quedaban postergados y excluidos. En eso era claro y lo decía con toda verdad y siendo obispo de La Rioja trabajó con los pobres, en las Ligas Agrarias. Allí lo conoció a Pedernera quien se adhirió a él totalmente y a la tarea de la promoción social que le proponía el obispo.
Aquí en Córdoba tuvo dificultades porque era un hombre del Concilio, tuvo dificultades con monseñor Castellano y en parte con Primatesta porque era un hombre del concilio y tenía una postura jugada y producía choques. Es lo mismo que pasa hoy en la Iglesia, hay gente que no termina de aceptar al papa actual que no hace otra cosa que poner en acción el Concilio, no hace nada extraño. Eso le vale que no lo acepten en todos los ámbitos. En Argentina tenemos diócesis que son mucho más conservadoras en todo sentido. Angelelli fue acusado por tener un estilo descontracturado que era lo del Concilio.
La iglesia sinodal de Angelelli surge al ser un hombre de fraternidad, de comunión, siempre trabajó con otros, con todos los carismas. Hizo encuentros y cartas pastorales fabulosas, también las predicaciones radiales. En todas se respiraba un ansia fraternal pero no era violento, nunca fue violento, al contrario. Predicaba la paz, la comunidad, la fraternidad; pero chocaba por sus virtudes, por su modo de ver la Iglesia, de asumirla. En La Rioja había grupos que no lo querían, lo difamaban, lo corrían a pedradas. En Córdoba también tenía gente de una línea eclesial que no les caía bien. Lo acusaron de marxista, de revolucionario, de violenta. Cosa que yo que lo conocí de cerca, lo traté muchísimo no era para nada así. En cuanto a la Iglesia sinodal él vivía la comunión y la idea de la Iglesia Comunión y Participación que era una de las formas sinodales que se vivió en Argentina desde Puebla (1978) en adelante. La Iglesia que vive la comunión es la Iglesia que tiene una misión común, donde tienen que funcionar todos los carismas. Antes del Concilio sólo funcionaba el carisma clerical, por eso tenemos una Iglesia aún hoy clericalizada. Ahora hay una conciencia mayor del carisma laical y eso es fruto del concilio y Angelelli promovió mucho al laicado, todo lo que pudo y trabajaba junto con todos.
Era un obispo sinodal, del concilio y sin saber vivía la sinodalidad que es caminar juntos, trabajar juntos. No puede entenderse una misión eclesial sin que trabajen todos los carismas. Él mismo decía siempre que si la Iglesia no funcionaba con todos los carismas nunca va a evangelizar al mundo. Para ser misionero basta el bautismo, hay que recuperar la riqueza del Bautismo, sacar un poco la mirada del sacramento del Orden. Hacen falta sacerdotes, seguramente, pero hace falta que en la Iglesia funcionen todos los carismas y que se hagan cargo de que son responsables de la misión eclesial, sino logramos eso nunca vamos a evangelizar la cultura, las estructuras de la sociedad, el ambiente.
Su vida es inexplicable sin un amor intenso movido por su caridad pastoral que unifica plenamente su vida.
Angelelli tenía un amor profundo por la humanidad. Siguiendo la auténtica tradición cristiana y que fue asumida plenamente en el Concilio Vaticano II, por el episcopado latinoamericano en Medellín, y por los Obispos Argentinos en el Documento de San Miguel, aparece la imagen de Angelelli como un auténtico humanista. Ve en el hombre la imagen de Dios, la dignidad de la persona humana. Busca siempre dignificar al hombre. Todo esto brota de una profunda experiencia teologal. Angelelli miraba a las personas desde ese horizonte fundamental. La vida teologal le dio una experiencia profunda de la humanidad. Siempre anunció la palabra iluminando la vida concreta de las personas con la luz de un Evangelio integral.
Siguiendo la más auténtica tradición bíblica y eclesial, sabía que el pastor tiene que interesarse por todas las necesidades de sus fieles, Le interesaba el hombre concreto, situado históricamente y estructuralmente y sabía que la semilla del Evangelio era lo único que podía traerle al hombre la plena libertad en todos sus dimensiones, esto explica muchas actitudes concretas suyas, y la parresía que tenía en su predicación apostólica, no temía a las consecuencias a que se exponía proponiendo de esta forma concreta y valiente la integridad evangélica que ilumina a fondo la vida humana. Amó profundamente a la Iglesia sea particular o universal y esto se lo comunicó a sus fieles.
Angelelli era un hombre de Iglesia, amaba la Iglesia y cuando tuvo dificultades y lo denunciaban en La Rioja, él pidió que Roma mandara un visitador apostólico para que lo confirmara como obispo o lo removieran. Así fue delegado Monseñor Zazpe, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Argentina, compartió con la gente de La Rioja y dio un informe magnífico del pastoreo de Angelelli y el papa lo confirmó. Yo estaba en Roma, Pablo VI le dijo no olvide que yo estoy con usted y lo acompaño y Angelelli estaba contentísimo con eso.
Era un hombre extraordinario, valioso, un hombre de Dios, apostólico ¡tengo tantas anécdotas! Leí todo lo que él escribió. Un obispo con la mentalidad del Concilio, siempre buscó una Iglesia en salida, nunca se encerró en gestos ni en privilegios. Donde había una necesidad humana ahí estaba él inmediatamente, donde hubiese una necesidad apostólica ahí estaba él.
Su beatificación enriqueció la iglesia en Argentina y cuando sea santo enriquecerá la Iglesia Universal.
Padre José Rovai
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