Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!".
PALABRA DEL SEÑOR.
El Señor será quien ejecute el juicio y la separación del trigo y la cizaña. Permite el juego hasta el final, para no determinar la libertad de lo que cada uno elige: ser trigo; ser cizaña. Ninguno puede juzgar a los demás separando los buenos de los malos. Esa es la mística de todas las sectas religiosas: católicas y no católicas. Pretenden apoderarse de una prerrogativa que es solo de Dios que ve transparentemente cada conciencia. En el silencio y la quietud, invocamos el Nombre de Jesús.
Abrazo y bendición!
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