miércoles, 14 de agosto de 2024

«Con el alma fuerte y la frente levantada»


 Frente a un mundo que se renueva constantemente, en el cual no llegas a tomar un descanso que aparece una nueva “actualización”, como si fuera una aplicación, entran los Exploradores de Don Bosco.

¿Cómo algo con cien años puede seguir dando un mensaje actualizado? La respuesta es su renovación constante, su mensaje de esperanza en la juventud, su amor al compromiso social y la entrega ilimitada a las acciones diarias.

El explorador no es aquel que se dedica sólo al armado de carpa, ni siquiera aquel que sólo usa camisa marrón con escudos, o uniforme con corbata y boina; decir eso sería limitarlo a una mirada superficial. 

El explorador es aquel que entrelaza nudos, pero no solo de sogas, sino de vínculos profundos. Es aquél que construye más que una carpa, construye horizontes constantes, puentes de encuentro y cercanía, ese que no busca metas individuales, sino grupales. 

Es quien encuentra en el fogón la calidez de un grupo y en el campamento el refugio de una familia, el abrazo del lema y la formación, pero de historias. Es quien deja germinar la vida del otro en su propia tierra y pisa con pies descalzos la tierra sagrada de la historia ajena. Es quien explora en el amor, y en el amor mismo, se deja explorar.


Entonces, ¿qué exploradores para la sociedad actual?

El explorador vive su mística en las acciones diarias, en sus opciones fundamentales que no se basan sólo en el sábado de actividad, sino que su actividad se hace todos los días. Busca explorar los caminos que va proponiendo la sociedad sin perder su eje en Cristo, y aportar en ella desde una mirada optimista y de construcción continua. 

Se es explorador en el “Sí” a Dios puesto en la entrega de la misión; se lo es cuando explora los campos de su llamado, de su proyecto de vida y de la vocación que lo ponen en marcha al servicio de los demás; se es explorador cuando su estilo de vida le da un color distinto a la sociedad; cuando en el silencio y el anonimato, su servicio es fiel y generoso…

El explorador de Don Bosco no se detiene a crear un mundo nuevo, ni siquiera busca renovarlo de cero; más aún, busca darle de su optimismo y esencia al mundo que ha recibido y al que le toca vivir, dejándolo más bello para el que está por venir.

En la oración del explorador hay un momento que define quien es el explorador casi en su totalidad: “Con el alma fuerte y la frente levantada (…)”. El alma fuerte del explorador no significa rigidez, inmovilidad y dureza; más aún, significa flexibilidad, atención y predisposición a lo que acontece en nuestra vida y en la de los demás, sin bajar los brazos ante nuestra esencia de “buenos cristianos y honestos ciudadanos”. 

Y la frente levantada a lo que es parte de nuestra historia, a lo que se nos propone hoy y al futuro que queremos apuntar, llenos de esperanza, alegría y optimismo. Una mirada levantada a la opción de seguir creciendo pese a las dificultades… y eso que venimos de una dificultad interesante. Si creemos en la Resurrección, no tenemos que olvidarnos que allí también hubo calvario y cruz; pero, aún así, hubo Alguien que la supo vencer con la vida y la Vida Eterna.

Hoy día tantos exploradores se dedican al oratorio y tantos oratorianos a los exploradores, es así porque nos necesitamos y nuestra mesa es una mesa de aportes y construcción. La familia se agranda y la misión en común se hace cada vez más fuerte, la comunidad pisa sobre el individualismo, la solidaridad contra el egoísmo y la sensibilidad contra la indiferencia. 

Hoy también es la juventud la que responde a la sociedad y no espera de ella sentado en una silla. Hoy también se embarra para llegar a quienes más necesitan de amor, cercanía, caridad y, especialmente, amistad con el joven y entre ellos con el mismo Jesús.


Leonardo Díaz
Explorador, 24 años. Batallón N°44 de San Justo, provincia de Buenos Aires. Actualmente realizando el noviciado salesiano en Montevideo, Uruguay.

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