En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."
PALABRA DEL SEÑOR.
El Padre no quiere que se pierda ni uno de sus pequeños. La clara opción por los pobres débiles y sufrientes de nuestro Padre. Como cabeza de la familia humana le preocupan primeramente los hijos e hijas más pequeños, más pobres. Esa misma delicadeza nos pide a nosotros para tratar a los pequeños, sin celos ni berrinches caprichosos. Lamentablemente muchos hermanos y hermanas se resienten por no comprender la lógica de la misericordia de Dios y sus prioridades. Ojalá que como Iglesia podamos ahondar en el compromiso con los más pequeños favoreciendo la inclusión y la dignidad de todo hijo de Dios.
Abrazo y bendición!
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