Santo Domingo de Guzmán
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá".
Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
PALABRA DEL SEÑOR.
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal 11 (Catéchèse baptismale n°11,3, Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne 1993), trad. sc©evangelizo.org
¡Feliz si reconoces al Hijo de Dios!
Nuestro Señor Jesucristo se hizo hombre, cuando era desconocido para muchos. Queriendo enseñar la verdad desconocida, reunió a sus discípulos y les dijo “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?” (Mt 13,16).
No expresaba un deseo de gloria sino que quería revelar la verdad, para que ellos -compañeros del Dios Hijo único de Dios- no lo tomaran por un hombre ordinario. Cuando respondieron “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas” (Mt 16,14), les aclaró que esas personas tenían como excusa el ignorarlo. Pero, ellos, los apóstoles, que en su Nombre purificaban a los leprosos, expulsaban demonios, resucitaban a los muertos, no podían ignorar por quien realizaban esos prodigios. Como guardaban silencio, ya que esa ciencia superaba al hombre, Pedro, el jefe de los apóstoles, heraldo de la Iglesia, pronunció esta palabra. No la encontró en sí mismo, siguió una inspiración que no venía de hombre sino del Padre que iluminaba su inteligencia al responder: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). Una bienaventuranza siguió a esta palabra, porque en verdad superaba al hombre. Un sello distinguía esta declaración: esta revelación venía del Padre. Por eso el Salvador exclamó: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo” (Mt 16,17).
El que niega al Hijo de Dios es infeliz y miserable. Pero el que reconoce a nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, participa de esta bienaventuranza.
Abrazo y bendición!
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