Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:
lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.
Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?".
"Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".
Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.
Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".
PALABRA DEL SEÑOR.
El Imperio Romano secaba los bolsillos de los hijos con los impuestos que cobraba al país invadido. Por eso Jesús aclara que los hijos no pagan impuestos, pero para no escandalizar pide a Pedro que vaya y pague por los dos. Hoy día, en nuestro tiempo nuestro pueblo está ahogado por los impuestos, el impuesto de la deuda externa(el del imperio Romano) y los impuestos y servicios internos impagables. La avaricia, la codicia, la corrupción y el individualismo constituyen un cóctel que poco a poco va eliminando la posibilidad de vida digna para los hijos e hijas. En el silencio y la quietud, invocamos el Nombre de Jesús.
Abrazo y bendición!
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